Ahora que está a punto de salir del horno la nueva ley que impide la instalación de las conocidas como “calderas convencionales” o estancas, cada día son más los clientes que se acercan a nuestras oficinas con la misma pregunta: ¿Que son las calderas de condensación? ¿Que las diferencia de una caldera normal?
Pues bien, en este escrito pretendemos explicar de una forma más simplificada cual es el funcionamiento de este tipo de calderas, así como sus ventajas respecto a las calderas convencionales, y sus particularidades.

Calderas de condensación

Interior de una caldera Junkers ZWBC25-2C de condensación

Características de las calderas de condensación

La principal diferencia que existe entre una caldera de condensación y una caldera convencional es su eficiencia energética. Esta variable se traduce en el rendimiento de la caldera: Una caldera de condensación puede llegar a tener un rendimiento de un 111% en condiciones óptimas, mientras que una caldera convencional se mantiene en un rendimiento cercano al 80%.

¿Qué quiere decir que el rendimiento sea más alto? El concepto de rendimiento en física se expresa de la siguiente forma:

Formula calcula rendimiento

Esto quiere decir que cuanto más alto sea el rendimiento, la caldera necesitará menos energía para proporcionar el calor que el usuario requiera, consumiendo de esta forma menos gas.

El hecho de ofrecer un 111% de rendimiento implica una ventaja muy grande de las calderas de condensación respecto a sus competidoras. Es igualmente necesario matizar este dato. El rendimiento del 111% se obtiene únicamente cuando se trabaja en condiciones óptimas, es decir, en instalaciones que tengan largos tramos de tubos de calefacción o bien en instalaciones con suelo radiante por agua.

Esto se debe a que el secreto del elevado rendimiento de estas calderas se encuentra en que aprovechan el calor generado por los humos que se expulsan al exterior para calentar el agua. Para poder reutilizar este calor es necesario que se den dos circunstancias: Por un lado se tiene que calentar el agua a temperaturas menores de las que calientan las calderas convencionales (60 – 70 Cº en el caso de las de condensación) y que haya una gran distancia entre la ida del circuito de calefacción y el retorno del circuito a la caldera, para que de esta forma de tiempo que el agua se enfríe, llegando a la temperatura perfecta para poder reaprovechar los gases (35 – 40Cº).

Como podréis deducir, en la mayoría de casos estas condiciones no se dan, es por eso y en contra de lo que dicen muchas empresas que prometen rebajas en el consumo de gas de hasta un 35% solo por instalar una caldera de condensación, en la mayoría de ocasiones realizar el cambio de una caldera convencional a una de condensación supone un ahorro de gas relativamente bajo.

Otro punto a tener en cuenta relacionado con las calderas de condensación, y en el que están también muy por delante de sus competidoras, es en las bajas emisiones de CO2. Las calderas de condensación pueden llegar a emitir un 75% menos de emisiones de CO2 a la atmosfera que las calderas convencionales. Esto es debido a que gran cantidad de gases se reaprovechan para volver a calentar el agua, i por lo tanto no son emitidos a la atmosfera.

El reaprovechamiento de estos gases tiene también sus partes negativas, ya que para instalar una caldera de condensación es necesario que esta vaya conectada a un desagüe de forma que se evacuen todos los condensados utilizados previamente para recalentar el agua.

Junkers ZWBC25-2C condensación

Inferior caldera ZW BC25-2C